Diario de campaña: de Cabo Haitiano a Dos Ríos

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El siguiente texto se caracteriza por la belleza del lenguaje y riqueza expresiva.


Al fondo de la casa, la vertiente con sus sitieríos cargados de cocos y plátanos, de algodón y tabaco silvestre: al fondo, por el río, el cuajo de potreros: y por los claros, naranjos: alrededor los montes, redondos, apacibles: y el infinito azul arriba con sus nubes blancas, y una paloma se esconde en la nube.

De allí Teodoro Delgado, al Palenque: monte pedregoso, palos amargos y naranja agria: alrededor casi es grandioso el paisaje; vamos cercados de montes, serrados, tetudos, picudos: monte plegado a todo elrededor: el mar al Sur.

Bajamos a un bosque alto y alegre, los árboles caídos sirven de puente a la primer poza, por sobre hojas mullidas y frescas pedreras, vamos, a grata sombra, al lugar de descanso: el agua corre, las hojas de la yagruma blanquean el suelo, traen de la cañada a rastras, para el chubasco, pencas enormes, me acerco al rumor, y veo entre piedras y helechos, por remansos de piedras finas y alegres cascadas, correr el agua limpia.

El sol brilla sobre la lluvia fresca: las naranjas cuelgan de sus árboles ligeros: yerba alta cubre el suelo húmedo: delgados troncos blancos cortan, salteados, de la raíz al cielo azul, la selva verde, se trenza a los arbustos delicados el bejuco, a espiral de aros iguales.

De lo alto, a un lado y otro, cae, bajando, el vasto paisaje, y dos aguas cercanas, de lechos de piedras en lo hondo, y palmas sueltas y fondo de monte, muy lejano.

De los llanos de la protesta salimos al borde alto, del rancho abandonado, de donde se ve el brazo del río, aún seco ahora con todo el cauce de yerbal, los troncos caídos cubiertos de bejuco, con flores azules y amarillas, y luego de un recodo, la súbita bajada: «¡Ah, Cauto -dice Gómez- cuánto tiempo hacía que no te veía!». Las barrancas feraces y elevadas penden, desgarradas a trechos, hacia el cauce, estrecho aún, por donde corren, turbias y revueltas, las primeras lluvias. De suave reverencia se hincha el pecho, y cariño poderoso, ante el vasto paisaje del río amado.

Todo es festón y hojeo, y por entre los claros, a la derecha, se ve el verde del limpio, a la otra margen, abrigado y espeso. Veo allí el ateje, de copa alta y menuda, de parásitas y curujeyes; el cajueirán, «el palo más fuerte de Cuba», el grueso júcaro, el almácigo, de piel de seda, la jagua de hoja ancha, la preñada güira, el jigüe duro, de negro corazón para bastones, y cáscaras de curtir, el jubabán, de fronda leve, cuyas hojas, capa a capa. «vuelven raso el tabaco», la caoba, de corteza brusca, la quiebrahacha, de tronco estriado, y abierto en ramos recios, cerca de las raíces, (el caimitillo y el cupey y la pica-pica) y la yamagua, que estanca la sangre.

José Martí

 


¿Qué función tienen las palabras sombreadas?, ¿para qué las utilizó el autor?



¿Sabías que...? España cedió Cuba, la última colonia del imperio español, a Estados Unidos en 1898 (Tratado de Paris), del cual Cuba se independizó en 1902

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